Carlos fue Copiloto del Batallón de Aviación de Combate 601 del Ejército Argentino y pertenece a una familia de militares. Su hermano también fue a la guerra aunque estuvo en el frente de otra unidad
Entrevistadoras/es: Carola Marqués Pontelli -
Ezequiel Acosta - Lucía kerlin - Lourdes Fetter
¿Qué edad tenías cuando te tocó ir a Malvinas?
Tenía 21 años. Yo volaba un helicóptero que estaba compuesto por cuatro personas, el Pancho Ramírez, que es como un hermano para mí, él tenía 23, yo tenía 21, y los dos artilleros de puerta, los que manejaban las ametralladoras, controlaban, digamos el sistema de defensa, tenían 27 años cada uno. Éramos jóvenes, la guerra la hacen los jóvenes, así es en el transcurso de la historia, la historia está signada por sangre joven.
¿Sabías que el destino era Malvinas?
No, no exactamente. En lo personal hasta no entrar en combate era un proceso interno de esperanza que todo se iba a arreglar. Ahora cuando la situación es inminente, yo me vi como si estuviese en una película. Realmente en una tercera dimensión, no? Es decir, ver las cosas que sucedían alrededor, muchas veces pasaban en cámara lenta, un combate aéreo. Todas estas cosas que las había visto en una película, ahora éramos protagonistas. Ustedes son demasiado jovencitos, aunque ya hace dos años se volvió a estrenar, “Apocalipsis now”, una película de la guerra de Vietnam. Volaban los helicópteros y en un momento dado yo estaba ahí ahora. Dejó de ser una película para estar ahí.
¿Vos sentías que estabas preparado para ir a la guerra?
En lo personal sí, porque yo había entrado al ejército a los 14 años entonces me había preparado. Uno se prepara para la guerra con técnicas, como cuando uno maneja, son condiciones que después vas adquiriendo mecánicamente, que uno no las piensa. Lo que uno nunca deja de tener es el lazo personal con los padres, yo era mamero, lazos con la mamá o con el papá, con los amigos, con la noviecita que uno podía tener y que se ilusionaba. Estos lazos eran fuertes. Aunque nunca la preparación es tan fuerte. ¿Si el Ejército Argentino, las Fuerzas Armadas (FF. AA.) estaban completamente preparados?, te digo que no. Estábamos en conflicto con la OTÁN, y ésta no estaba integrada solamente por Inglaterra. Ante esto no estábamos preparados.
¿A los 14 años eligiste estar ahí?
Sí, elegí ser soldado. Yo no me imaginaba otra vida que no sea siendo soldado. Y estuve en el ejército hasta los 22. Después me preparé, desarrollé mi vida privada civil en la exploración petrolera, estuve viajando por diferentes partes del mundo, toda la Argentina, Bolivia, Ecuador, Perú, EE. UU. Uno tiene que hacer las cosas cuando es joven, el joven tiene que tener ese fuego, los desafíos, ser un alma inquieta. Mi pasión era el Ejército.
¿Cuál fue tu reacción cuando te dijeron que ibas a ir a las Malvinas?
Fue una euforia, el país vivía una euforia terrible y nosotros fuimos motorizados por esa efervescencia: las plazas llenas, la gente en las calles gritando y nosotros teníamos que poner en condiciones los helicópteros, preparar un trayecto que no sabíamos cuánto iba a durar. Los primeros días no sabíamos que íbamos a entrar en guerra, era la gran recuperación, el gran movimiento, la argentinidad como dicen ahora “al palo”. Era una euforia total y así fuimos con ese fuego interno.
¿Te acordás de lo que hablaban entre ustedes cuando se enteraron que iban a Malvinas?
En lo personal no. Fue el momento de enterarnos y después trabajar frenéticamente para salir a volar. No hubo tiempo para pensar, es más no hubo tiempo ni de despedirnos. Uno se despedía de la gente que se encontraba, porque por ejemplo antes de llegar a Comodoro Rivadavia aterrizamos en tres lugares diferentes para hacer combustible, nos despedíamos de la gente.
¿Volverías a ir a las Malvinas?
Absolutamente. En mi vida en general, volvería a hacer lo mismo, ahora, si yo hubiese hecho daño en algún momento, que se yo, la vez que la hice sufrir a mi mamá o a mi papá, eso lo quisiera reparar. Lo que hice como elección y desafío lo volvería a hacer, claro que sí.
¿Te acordás de alguna anécdota de combate o rescate?
A mí me tocó rescatar a los sobrevivientes de un helicóptero derribado donde había gendarmes del escuadrón Alacrán. Cuando suceden estas cosas uno da sentido a cuando salvó vidas, y a mí me tocó rescatar a estos gendarmes que habían sido alcanzados por un misil lanzado por un grupo de operaciones especiales. Lo hicimos bajo una situación extremadamente riesgosa, porque estábamos bajo fuego de artillería, en ese momento sabíamos que había tropas especiales pero no sabíamos dónde se encontraban porque eran difíciles de detectar. Y la otra operación fue con el grupo de operaciones especiales de la Fuerza Aérea, bajo vuelo nocturno, volábamos muy bajo, para que los radares no nos detecten.
¿Qué opinión tenés sobre los maltratos de los superiores hacia los soldados?
Yo supongo que tiene que haber habido, las miserias están en todos lados, uno lucha contra las miserias. A mí me enseñaron a ejercer el mando de muy chico dando ejemplos, desde la escuela. Ahora, el trato normalmente cuando vos estás en una academia militar, por lo menos donde yo la viví, era extremadamente duro. Nos enseñaban a fortalecer el físico y el espíritu, había una dureza, acá, en la China y en cualquier lado, la academia militar es dura. Hoy, yo pertenezco a la Federación de Veteranos de guerra de la República Argentina que nuclea al 80% de los veteranos de guerra de todo el país, vivimos una condición de hermandad, y de lo que menos se habla es de eso. Ahora, aisladamente puede haber habido, sí. Había un código de justicia militar, el que cometía un error se lo castigaba.
¿Cuándo recibieron un reconocimiento real o algún aporte social por parte del estado?
Diez años pasaron desde el momento cero hasta la primera ley.
Ese silencio…
Sí, diez años, para esto ya habíamos tenido más de 300 suicidios.
¿Pensás que culpa del silencio muchos Veteranos decidieron quitarse la vida?
Me cuesta mucho la palabra culpabilidad pero sí, porque teníamos a un soldado analfabeto (se refiere a Oscar Ismael Poltronieri, único soldado conscripto vivo en recibir la máxima condecoración militar Argentina) con la máxima condecoración que podía tener un argentino en la historia que es la Cruz al Valor en Combate vendiendo estampitas y mendigando en los trenes, y así muchos. Y si hubo un reconocimiento no es porque a algún político se le cayó la idea es porque nosotros la forzamos.
¿Tenés algún compañero que haya fallecido en el hundimiento del Ara General Belgrano?
No. Pero sí tenía a mi hermano que estaba en ese momento en la Marina. Mi hermano también es Veterano de guerra y estaba en una fragata misilística, la Santísima Trinidad.
¿Fuiste con tu hermano a la guerra?
Mi hermano estaba en otra unidad.
¿Pero él también fue a combatir?
Sí.
¿Y sabés algo sobre cómo hundieron el Belgrano?
No fue un acto de guerra, la zona de exclusión la habían puesto los ingleses. Nosotros también podríamos haber hecho lo mismo, es decir, una fragata que se acercara a nuestras costas podría haber sido tranquilamente hundida. Doloroso, se fueron 323 vidas en 50 minutos, yo me enteré después de mucho tiempo. En el momento del hundimiento del crucero yo estaba en la isla, las comunicaciones no eran como las actuales, uno tardaba muchísimo en enterarse. Pero después averigüé e investigué porque tengo mi hermano que estaba en la marina y mi papá había sido de la primera tripulación del crucero Ara General Belgrano, mi papá lo trajo de Estados Unidos cuando era el Fénix.
Así que era toda una familia de militares…
Exactamente. Mi papá había estado en Estados Unidos dos años para reacondicionar ese crucero.
Entonces para la familia habrá sido un orgullo que vayas a defender las Malvinas
Sí, claro. Y esto también es un peso porque cuando uno tiene el sentido del honor no debe desprestigiar el apellido.
¿Era posible para ustedes tener esperanzas de volver sanos a casa?
En el momento del combate tus pensamiento son demasiado chiquititos, tus pensamientos son de ese momento, de ese lugar, no te da para mucho. En ese momento vos hacés las cosas por supervivencia, pensás sólo en vos.
¿Pudiste escribir cartas a tu familia desde Malvinas?
Sí, a mi mamá y a mi papá una sola vez, dos cartas, una mientras estaba en Malvinas y la otra cuando estaba prisionero, que fue a través de la Cruz Roja, me dejaron escribir una carta muy escueta, “estoy bien, mamá, papá, no se preocupen, los quiero mucho, nos vamos a volver a ver”. Venían bolsas de cartas de diferentes partes del país y yo agarré una y le contesté esa carta a una nena de 7 u 8 años. Y le escribí: “Hola Marisa, te quiero mucho. Deciles a los chicos que los queremos mucho, a tus compañeros”. Después de 35 años me encontré con esa chica, me buscó a través de las redes sociales y me mostró la carta, y me hizo saber lo importante que había sido para ella esa carta, y yo ni siquiera me acordaba que la había escrito. Es emocionante que todavía tenga esa carta, con tachones, con estas cosas que hacía a la desprolijidad.
¿Ahora de qué vivís y a qué te dedicás?
Hace 12 años volví de EE. UU. y me ofrecieron organizar primero en La Pampa y ahora acá en la costa del río Uruguay el sistema de salud para Veteranos de guerra. Realmente es un trabajo titánico porque uno tiene que luchar contra los sistemas. Vos tenés honor, estás allá arriba pero si no tenés plata o no tenés un sistema te podés morir. En el sistema de salud tenés que discutir con los médicos, con los sanatorios, este es mi trabajo ahora. Nosotros esperábamos este año el gran desfile, tener ese recibimiento que no tuvimos en esa época, para los gobernantes pasó de largo esto. Si nosotros no hubiésemos organizado todos los eventos que se organizaron éste hubiera sido un día más para el argentino común.
El gobierno no los…
Absolutamente no. Es más, seis meses antes del 2 de abril, no sé si escucharon o vieron las noticias, nosotros fuimos a reclamar por la salud en la obra social para los veteranos de guerra (Nota 14 de "40 x Malvinas), la policía (se refiere a la policía de CABA) nos castigó como si fuésemos barrabravas. Digo, somos viejos de sesenta años.
Ustedes crearon la historia, son parte de la historia argentina…
Sí, no nos respetan. Pero una cosa son los gobernantes y otra cosa es la ciudadanía. Nosotros sabemos separar esto y somos permeables y sabemos del cariño que recibimos de ustedes, lo sabemos diferenciar.
¿Qué recuerdos te quedan del paso por Malvinas?
Como experiencia personal, la de saber que tenía miedo en una oportunidad y alguien me salvó de ese miedo. Me encuentro con todas las bolsas de cadáveres y me sentí abrumado, por un segundo me vi dentro de una bolsa de esas y cuando llego al helicóptero le digo al vasco “estoy cagado en las patas”, le digo “tengo miedo”. Y el vasco me agarra y me da un abrazo tan fuerte, que ese abrazo salva mi vida, yo no podría estar acá si no hubiese salido a volar ese día, porque no me hubiese permitido en la vida la cobardía, es una mochila que la llevaría toda la vida adentro. Esto me reestructuró y cuando yo tengo un problema vuelvo a ese abrazo.
¿Cómo los recibió la gente cuando volvieron?
Yo estuve prisionero un mes y medio después de haber terminado el conflicto, los ingleses tomaron a 400 personas prisioneras hasta el cese de hostilidades. Primero estuvimos prisioneros en un frigorífico, las condiciones eran extremadamente duras, la temperatura era de 10, 15 grados bajo cero, era duro. Cuando llegamos a Puerto Madryn había mucha gente esperándonos, nos insultaban, nos gritaban cobardes, Argentina ya no era la misma que nos había despedido. La derrota es huérfana, la victoria tiene muchos padres, nosotros somos responsables de una derrota, y esto nos hizo trabajar para revertir esa condición que se generó. Somos responsables de una derrota, no culpables, tenemos en nuestros hombros la responsabilidad de la derrota y estar con ustedes hoy nos llevó a caminar camino de espinas.
¿Qué hiciste para recuperarte de la guerra?
Las heridas son de vida. Hay que seguir, hay que reestructurarse, hay que construir. Nuestros soldados eran valientes, no temerarios. Yo tengo miedo pero lo afronto, hago lo que tengo que hacer y la vida es para valientes.
¿Has hablado con tus hijos de esta experiencia de guerra?
No, porque mis hijos y mis nietos saben un montón de cosas porque se enteran por otros. Y... uno siente muchas veces pudor. A mí me gusta que me miren como abuelo, como hijo y como padre. Muchas veces cuesta hablar con la familia de estas cosas.
¿A tu regreso, como a muchos soldados, te prohibieron hablar de la guerra?
Sí. Por qué, no sé, habría que preguntarle al que tomó la decisión. Volvimos derrotados y para muchos, durante mucho tiempo, esa derrota fue una vergüenza.
¿Qué emociones te generan los 40 años de Malvinas y nuestro proyecto “40 x Malvinas”?
Esto es un ida y vuelta, y en este ida y vuelta, hay intercambios que son enriquecedores. Y las primeras experiencias que nosotros tuvimos, acá en el salón de actos, fue realmente intenso, realmente quedaba una motorización como un fuego intenso. Está bueno todo esto y si tengo que describirlo: emocionante, un desafío, intenso.
Como última pregunta te pedimos una reflexión final
Uno nunca sabe cuando un abrazo le está salvando la vida al otro, uno nunca sabe cuando una mano en el hombro a un amigo lo está haciendo superar un mal momento, y esto es lo que a mí me salvó la vida. Y si yo tengo que darles un mensaje es no sean egoístas con los afectos.
“40 x Malvinas” - Estudiantes de 6to “A”: Ezequiel ACOSTA - Katherine BREGANT - Nadia CABRERA - Joaquín DÍAZ - Marisa ESPÍNDOLA - Valentina FERREYRA - Lourdes FETTER - Mirko GALLEGOS - Yuliana GAMARRA - Gabriel GÓMEZ - M. Lucía KERLIN - Ana Paula MAIDANA - Valentina MARCOGIUSEPPE - Carola MARQUÉS PONTELLI - Candelaria MARSILLI - Eugenia MERCADO LEÓN - Florencia MERCADO LEÓN - Ivana MOLL - Luz ROBALLO - Docentes: Lic. Liliana Rueda - Prof. Gabriela Solís - Escuela Secundaria N°18 “Vélez Sarsfield” - Concordia - Entre Ríos - Argentina -
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