Esta es, simplemente, parte de una nota periodística realizada por Martín Caparrós y publicada en una de las revistas dominicales del diario Clarín del año 1998. El periodista la tituló: "MEMORIAS de la luz y de la sombra".
“Paren boludos, ¿qué nos van a traer, a todo ALPI?” Dicen que dijo, en esos días, un torturador de El Olimpo cuando vio que le llevaban más y más lisiados.
En El Olimpo –el centro de detención clandestino que la Policía Federal operaba en Ramón L. Falcón y Olivera, en el bario de Floresta-, el Turco Julián – el sargento de Policía Julio Héctor Simón-, Colores –el oficial Juan Antonio del Cerro- y otros torturadores se ensañaron con José Poblete. Lo llamaban “El Cortito” y lo torturaron con saña. Lo picaneaban, le pegaban, lo subían a una escalera y, desde dos metros de altura, lo tiraban al suelo. José, sin piernas, caía sin defensas. A Gertrudis Hlaczik también la torturaron mucho. Y se llevaron a Claudia Victoria, su hija de ocho meses, que nunca más apareció.
A Mónica Brull, ciega, embarazada de dos meses, la torturó el Turco Julián. Ella pudo contarlo:
-Me llevaron a una habitación y empezaron a golpearme. Uno me arrancó la camisa y me tiraron sobre la plancha metálica donde me ataron los pies y las manos. Les dije que estaba embarazada de dos meses y el Turco Julián me contestó: “Si la otra con seis meses aguantó, cómo no vas a aguantar vos. Además, violenlá”. Los torturadores se ensañaban conmigo por dos razones: porque era de familia judía y porque no lloraba, cosa que los exasperaba…
Mónica perdió el embarazo. Uno de esos días, encadenada en un calabozo, recibió el reto de un general que había ido de visita:
-¡Pelotuda, tapate los ojos! ¿No te das cuenta de que acá los que nos ven son los que no van a vivir?
Juan Guillén, su marido, que estaba encadenado al lado, tuvo que explicarle que no se preocupara, que su esposa era ciega.
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